miércoles, 28 de septiembre de 2011

Otro día.

Y vienes así a mi vida, queriendo comerte el mundo a tu paso, llevándote todo mi mundo por delante, dejando como huella un perfume a gloria, a VICTORIA, a libertad.


Supongo que conocerás la sensación de estar flotando en el espacio mientras una mariposa revolotea en tu barriga y tienes a un jugador de fútbol pateando sin reparos tu corazón, esa sensación que te vuelve tonto, incapaz de pensar y de hablar con claridad. ¿Verdad que sí? Eso que ocurre sólo cuando estás con él/ella. Pues bueno, esto es más que eso: cuándo le veo siento la necesidad de que de cada una de mis extremidades recuperen su forma sólida, rígida, firme. Que cada una de mis células vuelvan a unirse, que la sangre vuelva a fluir por mis venas. Quiero que sea mío siempre, quiero no dejarlo ir nunca. Quiero que el reloj se pare a las 21.30 y que todos los días sean 27.

Ya van nueve, pronto serán 50, y cuando queramos darnos cuenta Shahar y Eden estarán aprendiendo a escribir y contarán junto a nosotros un año tras otro, de sus vidas, de nuestras vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario